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Ayer hice algo que no hacía hace un buen tiempo. Encendí el interruptor de los colores y dejé el blanco y negro en casa. Les confieso que al principio fue difícil, pero luego me dejé encantar por los fantásticos tonos de azul de la linda ciudad de Chefchaouen, en Marruecos.

A la gente de por aquí no les gusta que los fotografíen. Al charlar con algunos lugareños me enteré que mucha gente ya ha venido aquí a fotografiar a las personas para después vender postales por todo el mundo. Incluso hay un relato de un lugareño que ya ha muerto y su postal aún se vende por el mundo.

A las mujeres en especial nos les gusta que las fotografíen. La cultura árabe, un tanto machista, hace que los maridos no se sientan a gusto al verlas expuestas.

Además de todo esto, estamos en el mes de Ramadán, época en que los árabes se abstienen de muchas cosas como el alcohol, sexo, fumar y no comen durante el día. Así, los nervios de la gente están a flor de piel. Llegamos incluso a ser testigos de dos peleas callejeras que probablemente surgieron de pequeños atritos, aparentemente bobos.

Un viaje en el tiempo, país pobre, muchos colores. La fotografía, una vez más me da la oportunidad de ser feliz conociendo gente totalmente diferente, una experiencia de vida que queda clavada en la retina y en el pecho. Hora de fotografiar, esta vez fotografiaré una novia en Chaouen, no sabemos cómo nos recibirán. Escenas de los próximos capítulos!

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